“A las nuevas desta venida de don Quijote, acudió la mujer de Sancho
Panza, que ya había sabido que había ido con él sirviéndole de
escudero, y así como vio a Sancho, lo primero que le preguntó fue si
venía bueno el asno. Sancho respondió que venía mejor que su amo.
-Gracias sean dadas a Dios –replicó ella-, que tanto bien me ha hecho;
pero contadme agora, amigo, qué bien habéis sacado de vuestras
escuderías. (…)
-No te acucies,
Juana, por saber todo esto tan apriesa: basta que te digo verdad, y cose
la boca. Sólo te sabré decir, así de paso, que no hay cosa más gustosa
en el mundo que ser un hombre honrado escudero de un caballero andante
buscador de aventuras. Bien es verdad que las más que se hallan no salen
tan a gusto como el hombre querría, porque, de ciento que se
encuentran, las noventa y nueve suelen salir aviesas y torcidas”.
Del capítulo LII de la primera parte.
Miguel de Cervantes.
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