"A esta sazón ya se había puesto don Quijote de hinojos junto a
Sancho y miraba con ojos desencajados y vista turbada a la que Sancho
llamaba reina y señora; y como no descubría en ella sino una moza
aldeana, y no de muy buen rostro, porque era carirredonda y chata,
estaba suspenso y admirado, sin osar desplegar los labios. Las
labradoras estaban asimismo atónitas, viendo aquellos dos hombres tan
diferentes hincados de rodillas, que no dejaban pasar adelante a su compañera; pero rompiendo el silencio la detenida, toda desgraciada y mohína, dijo:
-Apártense nora en tal del camino, y dejénmos pasar, que vamos depriesa.
A lo que respondió Sancho:
-¡Oh, princesa y señora universal del Toboso! ¿Cómo vuestro magnánimo
corazón no se enternece viendo arrodillado ante vuestra sublimada
presencia a la coluna y sustento de la andante caballería?"
Del capítulo X de la segunda parte.
Miguel de Cervantes.
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