"Finalmente, se levantó y viendo que no salían más cuervos ni otras
aves noturnas, como fueron murciélagos, que asimismo entre los cuervos
salieron, dándole soga el primo y Sancho, y se dejó calar al fondo de la
caverna espantosa; y al entrar, echándole Sancho su bendición y
haciendo sobre él mil cruces, dijo:
-¡Dios te guíe y la Peña de
Francia, junto con la Trinidad de Gaeta, flor, nata y espuma de los
caballeros andantes! ¡Allá vas, valentón del mundo,
corazón de acero, brazos de bronce! ¡Dios te guíe, otra vez, y te
vuelva libre, sano y sin cautela a la luz desta vida que dejas por
enterrarte en esta escuridad que buscas!"
Del capítulo XXII de la segunda parte.
Miguel de Cervantes.
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