"Pero volviendo un poco en sí Basilio, con voz doliente y desmayada dijo:
-Si quisieses, cruel Quiteria, darme en este último y forzoso trance la
mano de esposa, aún pensaría que mi temeridad tendría desculpa, pues en
ella alcancé el bien de ser tuyo. (...)
En oyendo don Quijote la petición del herido, en altas voces dijo que
Basilio pedía una cosa muy justa y puesta en razón, y además muy
hacedera, y que el señor Camacho quedaría tan honrado recibiendo a la
señora Quiteria viuda del valeroso Basilio como si la recibiera del lado
de su padre:
-Aquí no ha de haber más de un sí, que no tenga
otro efecto que el pronunciarle, pues el tálamo de estas bodas ha de ser
la sepultura.
Todo lo oía Camacho, y todo le tenía suspenso y
confuso, sin saber qué hacer ni qué decir; pero las voces de los amigos
de Basilio fueron tantas, pidiéndole que consintiese que Quiteria le
diese la mano de esposa, porque su alma no se perdiese partiendo
desesperado desta vida, que le movieron y aun forzaron a decir que si
Quiteria quería dársela, que él se contentaba, pues todo era dilatar por
un momento el cumplimiento de sus deseos".
Del capítulo XXI de la segunda parte.
Miguel de Cervantes.
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