"En esta maldita cama se acostó don Quijote, y luego la ventera y su hija le emplastaron de arriba abajo, alumbrándoles Maritornes, que así se llamaba la asturiana; y como al bizmalle viese la ventera tan acardenalado a partes a don Quijote, dijo que aquello más parecían golpes que caída.
-No fueron golpes -dijo Sancho- sino que la peña tenía muchos picos y tropezones, y que cada uno había hecho su cardenal.
Y también le dijo:
-Haga vuestra merced, señora, de manera que queden algunas estopas, que no faltará quien las haya menester, que también me duelen a mí un poco los lomos.
-Desa manera -respondió la ventera-, también debistes vos de caer.
-No caí -dijo Sancho Panza-, sino que, del sobresalto que tomé de ver caer a mi amo, de tal manera me duele a mí el cuerpo, que me parece que me han dado mil palos".
Del capítulo XVI de la primera parte.
Miguel de Cervantes.
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