"Como
las cosas humanas no sean eternas, yendo siempre en declinación de sus
principios hasta llegar a su último fin, especialmente las vidas de los
hombres, y como la de don Quijote no tuviese privilegio del cielo para
detener el curso de la suya, llegó su fin y acabamiento cuando él menos
lo pensaba; porque o ya fuese de la melancolía que le causaba el verse
vencido o ya por la disposición del
cielo, que así lo ordenaba, se le arraigó una calentura que le tuvo seis
días en la cama, en los cuales fue visitado muchas veces del cura, del
bachiller y del barbero, sus amigos, sin quitársele de la cabecera
Sancho Panza, su buen escudero".
Del capítulo LXXIIII de la segunda parte.
Miguel de Cervantes.
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